Decíamos que en 1.925 una nota sin firma del diario “La Capital” reflexionaba en torno a los motivos por los cuales la ciudad de Rosario, estaba ausente de los viajeros europeos que habían visitado el país sin haber consignado página alguna de sus obras, dando una clara idea de la realidad de la tierra. En 1.939 con motivo de la creación del monumento a la bandera se lanzaba esta observación crítica, pesimista sobre la “situación de Rosario en esta materia”.
Fue Odilo Estévez Yáñez, quien ofreció “reproducir” las obras propiedad de este en 1.923 en el marco de la Exposición de Arte Retrospectiva, organizada por El Circulo, presidido entonces por Marcelo T. de Alvear y su esposa Regina Paccini.
La configuración de la clase burguesa rosarina, dota al “coleccionismo” y al desarrollo de Rosario de una pujante vida asociativa, particularmente en dos hombres: Odilo Estévez y Juan B. Castagnino, quienes durante cuatro décadas del siglo XX, se consolida el “mundo del arte local”, como dijo Manuel Mújica en 1.956: “coleccionar es elaborarse un mundo”… y así nace la ciudad a imagen y semejanza de la burguesía, convirtiendo a Rosario en la bisagra de los siglos XIX y XX, como la ciudad que se hizo así misma.
Esta meta no tardaría en convertirse en una realidad en 1.920 con la inauguración del museo de Bellas Artes y el museo Municipal de Arte Decorativo, Firma y Estévez, que tuvo un importante papel dentro de la burguesía local.
Odilo Estévez Yáñez, llegó a concejal por la Liga del Sur, 1.911 – 1.912, dada la amistad con Lisandro de la Torre; fue socio fundador del “Club Argentino de Pelota” en 1.922, asiduo concurrente del Club Español de sociabilidad burguesa y miembro de la Comisión del Hospital Español entre 1.930 a 1.937.
Así y no de otra manera nació el “filántropo del arte”, al actuar como un actor en las gestiones culturales politizadas, aportando publicidad y permitiendo sus reproducciones en la revista “Círculo”.